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“MI MARIDO NO LLEGÓ, PERO MI HIJA SÍ”: LAS FAMILIAS QUE BATALLARON 14 AÑOS POR SU CASA

Los 172 adjudicatarios que este miércoles recibieron sus viviendas dentro de los planes "Progreso" y "Sueños" contaron el calvario que padecieron luego de que en 2016 cancelaran su construcción.

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  Radio Rivadavia

Por Astrid Moreno García Dione

Carlos Ortiz está por cumplir 70 años y hasta hace poco tenía miedo de no poder cumplir algo que él llama sueño, pero otros, condiciones de vida digna: tener un techo al que poder llamar propio. Este miércoles alcanzó su objetivo. “Por fin me puedo morir tranquilo”, contó a sabiendas de que, como remarcó, la disfrutarán más sus hijos y nietos que él.

Al igual que Carlos, gran parte de los 172 adjudicatarios que recibieron sus viviendas este miércoles dentro de los planes habitacionales “Progreso” y “Sueños” llenaron la solicitud de inscripción con, al menos, un hijo pequeño. Hoy, 14 años después, las reciben con sus nietos a upa y sin conciencia aún del sacrificio que hicieron sus abuelos para dejarles una casa.

“Lloramos cuando nos dijeron que nos iban a dar la casa. Lloré de emoción, porque después de 30 años de alquilar puedo dejarle algo a los míos. Mis hijos son jóvenes; yo no sé cuántos años de vida me quedan, pero ahora sé que me voy a morir tranquilo”, relató.

Sin embargo, hubo otros beneficiarios que, a diferencia de Ortiz, no les dio la vida para materializar su vivienda. Antes de que iniciara el acto de entrega Miryam Ardiles contó: “Vine con mi hija, las dos solas. Mi marido no, él no llegó”.

Ella lleva 11 años de espera, de idas y vueltas, de ilusión y desencanto. Su vivienda fue adjudicada, luego retirada, y con el tiempo llegó a perder la esperanza. “Pensé que ya no iba a llegar nunca”, contó con las llaves en sus manos.

Carlos Ortiz. (Foto Lautaro Sánchez)

Algo similar le sucedió a Jorge Pereyra, que llegó a pagar 57 cuotas antes de que el proceso se interrumpiera de manera abrupta. “De un día para otro nos dejaron, nos prohibieron, nos sacaron la posibilidad de seguir pagando. Averiguamos muchas veces y nunca tuvimos respuesta”, recordó. Incluso pensaron en dar el tema por terminado: “Dos o tres oportunidades hablé con mi señora y dijimos ‘vamos a Casa de Gobierno, retiremos la plata, esto está perdido’. Y lo dejamos, con una leve esperanza a lo lejos”.

A pesar de esa frustración, relató que con esfuerzo y sacrificio logró construir su propia vivienda junto a su esposa. Sin embargo, la adjudicación actual tiene un valor especial: será el hogar de su hija, quien hoy alquila, y de sus nietos. “Desde un principio lo hablamos con mi señora: esta casa es para ella. Es una tranquilidad enorme saber que ya tienen su lugar”, afirmó.

“Mis nietos están súper entusiasmados. Tengo uno de 11 años y otro de 6. Hoy a la mañana se despertaron y me mandaron un mensaje: ‘hoy es un gran día’”, describió.

Las familias que batallaron 14 años por su casa. (Foto Lautaro Sánchez)

Daniela Soledad Lucero hizo la solicitud de la vivienda a los 25 años; ahora tiene 40. “Pasamos por todo: alquiler, préstamos, vivir con parientes”, contó. Hoy vive junto a su pareja y su hija, y sostuvo que el camino recorrido dejó un aprendizaje: “Formar una familia y lograr una casa propia cuesta, pero la fe y la perseverancia siempre tienen su fruto al final”.

Para ella, el valor de la vivienda también está ligado al esfuerzo sostenido durante años. “Toda esa plata hoy se ve invertida en lo nuestro”, afirmó. La mudanza, asegura, no puede esperar. “Nos mudamos esta noche. Antes de venirnos ya estábamos terminando de juntar todas las cosas”, dijo, lista para empezar una nueva etapa bajo su propio techo.

Daniela Soledad Lucero. (Foto Lautaro Sánchez)

Darío González se enteró por una llamada telefónica de que, finalmente, le iban a dar su casa. Estaba en el trabajo, pero no pudo evitar largarse a llorar. Marcaba el final de una etapa que recordó como de mucho sufrimiento.

“Desde que nació mi hijo que estoy esperando el dejar de alquilar. Esto ya nos queda para nosotros y todo gasto que se haga es para nuestro bien”, dijo ya más tranquilo, con la noticia procesada.

Aunque no alquilaba, Marcela Lucero estaba cansada de vivir amontonada junto a su familia en lo de su padre. Tenía su espacio, un pequeño departamento que construyó en el fondo, pero no era su casa. Por eso, durante años sostuvo una mezcla de paciencia y resignación frente a un sueño que parecía cada vez más lejano.

Marcela Lucero con su nieto. (Foto Lautaro Sánchez)

“Pensé que no iba a llegar el día, la di por perdida”, admitió. En un momento incluso dejaron de cobrarle las cuotas y decidió soltar. “Dije: ahí dejo la plata, en algún momento algo va a pasar”. Con el regreso de Claudio (Poggi) al Gobierno, asegura, volvió también la ilusión.

Ni siquiera el anuncio la convenció. “No lo creí ni cuando me avisaron. Mis hijos me decían ‘má, te va a tocar’, y yo respondía que no, que no iba a pasar. Y hoy estoy acá”, confesó.

Tiene 54 años y se había inscripto cuando tenía 40. Hoy vive con su hija menor, de 21, ya que sus otros dos hijos son grandes. La mudanza será compartida con ella, mientras que los nietos llegarán con las visitas de los domingos. “El fin de semana nos mudamos, con más seguridad, más tranquilidad. Todos estamos trabajando y ellos en la universidad, así que vamos a esperar unos días”, comentó.

Las familias que batallaron 14 años por su casa. (Foto Lautaro Sánchez)

Su padre, de 89 años, la acompañó en la entrega. “Está contento y triste a la vez porque nos vamos, pero feliz. Para él también es un sueño que yo tenga mi casa de verdad”, cuenta. En la familia ya hay planes y promesas: uno de los más chicos, de cuatro años, ya avisó que en la casa de la abuela va a haber pileta, “aunque sea una pelopincho”.

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